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miércoles, 20 de noviembre de 2013

Maltrato Infantil Parte 1, Competencia Social.


Cualquier interacción humana involucra tres procesos básicos:
  • Identificación
  • Cohesión
  • Jerarquización.
A este conjunto de estrategias conductuales basadas en el grupo que mejoran la identidad social por confrontación directa con la posición del dominante se le conoce como Competencia Social y en gran medida comprende la habilidad para atraer, sostener y afirmar el apoyo social, el sentido de seguridad, autonomía , interdependencia y cooperación.


Actualmente existe suficiente evidencia que relaciona el maltrato infantil con fallas en dicha adquisición. Se ha reportado que los niños que se manejan con enojo, agresión y hostilidad tanto con hermanos como con otros parientes son descritos por sus maestros como menos competentes socialmente y más agresivos. Incluso este tipo de efectos se pudieron observar en niveles de estudio más avanzados: estudiantes de 
universidad procedentes de hogares disfuncionales en los cuales padecieron repetidamente de agresión física mostraron altos índices de preocupación acerca de su aceptación social.


Estos tres procesos son posibles a partir de que el Ser Humano busca el reconocimiento de su grupo primario o de otros, a través de establecer y prescindir de relaciones reales o percibidas, en busca del reconocimiento a su conducta, sus cogniciones y su percepción lo que influye en el desarrollo a través de todo el proceso de jerarquización.



Inicialmente nos identificamos a través de rasgos primarios, que por sí mismos, entrañan poco significado, son fácilmente identificables y disponen a los sujetos que componen el grupo en posibilidad de establecer interacción.



Estos rasgos primarios pueden ser genéticos o epigenéticos. Una vez dispuestos los miembros del grupo se establece una serie de procesos de consolidación que se basan en el ejercicio de la fuerza y la enajenación de los satisfactores para establecer, objetiva y subjetivamente, marcos de interacción, normatividad, leyes y sanción. Articulado este marco, se establece una lucha por la estratificación entre los miembros del grupo a través de la cual la mayoría pertenecerá a la base social y solo un reducido número a la cúpula.

En base a lo descrito en los párrafos anteriores se comprende la importancia de la adquisición de la competencia social en los niños y adolescentes.

Otros comportamientos incluyeron tendencias a atribuir motivos hostiles a otros, poner menos atención a los eventos sociales de protección y pocas respuestas de comportamiento efectivas a situaciones sociales problemáticas. La investigación muestra consistentemente que los niños que regulan pobremente sus emociones son menos agradables a sus condiscípulos y se ven como menos socialmente competentes por los observadores.

A pesar de las contundentes evidencias en contra que se han presentado, se ha podido establecer que las intervenciones tempranas, intensas y bien dirigidas pueden menguar en forma importante o revertir en lo absoluto tales efectos devastadores. Se ha observado que los padres que se comprometen con esfuerzos activos para restablecer relaciones y habilidades sociales con sus hijos a través de la discusión de problemas, la comunicación y los consejos, ofrecidos en un clima de respeto, modelan un estilo sano y adaptativo de las relaciones sociales. Si este cambio de los padres es seguido en forma regular, los resultados pueden ser altamente satisfactorios. La evidencia empírica señala una estrecha correspondencia entre las habilidades sociales observadas en la familia y el comportamiento del niño cuando interactúa con iguales, ya que los niños y jóvenes no sólo pueden aprender sino reaprender el modelo de comportamiento social que observan en la familia.

No debemos perder de vista que, a pesar del recuento pormenorizado de datos sobre las consecuencias que se pueden expresar por haber vivido en una familia de riesgo, el fenómeno de la resiliencia, como factor protector, siempre está presente. Ésta parece ser la explicación de que, por ejemplo, el impacto de la violencia o el descuido no se expresen por igual en todos los hermanos de una familia. El estudio de la resiliencia ha permitido asegurar que ésta es producto de:
  • Relaciones estrechas y cálidas con un padre o figura paternal.
  • Altas expectativas en la estructura familiar.
  • Alto nivel socioeconómico.
  • Características individuales como factores genéticos saludables, buen funcionamiento intelectual y una adecuada disposición a la sociabilidad.
  • Optimismo y control psicológico.




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Psiquis (México), Volumen 19, Núm. 6, 2010

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