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miércoles, 20 de febrero de 2013

De la monstruosidad al genio. Parte 3





Un Psicoanalista me hizo el siguiente comentario al respecto del Violentómetro "¿Te has dado cuenta que entre más bajo marca más violenta es la respuesta? entonces ¿los niños son más violentos?" ... me reí y guardé silencio, sin embargo mi respuesta en automático era "¿¡lo dudas!?"....

Ésta alusión me lleva a reconocer que el psicoanálisis freudiano asumió, sin simulacros, dos conductas básicas que manifiesta el ser humano desde el momento de su nacimiento:

  • La sexualidad y la agresividad 
  • Somos Seres Sexuales 
  • Somos Seres Agresivos 


A este respecto, la conducta agresiva de los niños no se puede disociar de la conducta sexual. Este continum es el eje del psicodesarrollo y en gran medida de la evolución de los seres humanos. De esta manera se comprende que
los lactantes busquen una erotización no genital, es decir a través del contacto piel con piel, y manifiesten conductas hostiles y agresivas cuando ven frustrada esta meta. Mantener esta fuente de placer le permiten al bebé generar un vínculo para sobrevivir: alimentarse, mantener su temperatura, higiene y sostén etc. Las reacciones agresivas le permiten demandarle más cuidados a la madre: más alimento, variación de la temperatura, cambio de pañal pues los ácidos lo están irritando etc.

Feud describe también la presencia de actitudes sádicas y agresivas en el periodo final de la fase oral (después de la dentición); sin embargo el periodo culminante de agresividad, coincide con la etapa anal de la sexualidad. A esta etapa en la que los deseos de dañar, destruir cosas y atacar en forma sádica a las personas queridas, se le llama fase sádico-anal y le permite al ser humano confrontarse con las distintas fuerzas de su medio ambiente, las cuales promueven la agresión o la reprimen. Desde el punto de vista de las funciones del Yo, la agresión se considera como un facilitador pues los impulsos agresivos se encuentran a disposición del Yo para el propósito supremo de preservar la vida y satisfacción instintiva de forma egoísta.


Primero me alimento Yo

Primero duermo Yo

Primero bebo Yo



Así de simple, pues en caso contrario el niño reacciona con agresión siempre que no se gratifica un deseo instintivo que tiende a permanecer insatisfecho de forma continua o que se impide a través de la intervención del medio ambiente. Esta serie de interacciones moldea el desarrollo de la personalidad en la edad adulta y la interacción de los seres humanos entre sí, pues los satisfactores existentes para saciar los instintos son limitados. Por lo que en palabras de Freud "cada individuo es virtualmente un enemigo de la civilización, cuando experimenta como peso intolerable los sacrificios que esta les impone para hacer posible la vida en comunión". Sin embargo, atribuye origen instintivo de las manifestaciones agresivas, como la fuerza de la vida que sirve a los propósitos de preservación, propagación y unificación de la vida en contra de la fuerza destructiva que actúa de forma opuesta: deshacer las conexiones establecidas y destruir la vida. El sexo representa la fuerza de la vida; la agresión, la fuerza destructiva. De esta manera los dos instintos combinan sus fuerzas o actúan enfrentándose y a través de estas combinaciones se producen los fenómenos de la vida.


Por otra parte el desarrollo de la agresión se halla inseparablemente unido a las fases de desarrollo de la sexualidad humana. En cada uno de los niveles del desarrollo sexual (oral, anal y fálico), los impulsos agresivos se manifiestan de forma diferente, proporcionando la fuerza de expresión de la vida de los seres humanos.

La fusión de los instintos sexuales con la agresión hace posible a los seres humanos afirmar sus derechos a la posesión de sus objetos amorosos, competir con rivales, satisfacer su curiosidad, desplegar su cuerpo, sus capacidades e incluso apoderarse del alimento. También esta fusión le lleva al dominio de la naturaleza, a la generación de satisfactores y la creación de instituciones para preservarlos, preservar su obra y la cultura que permite la interacción humana a todos los niveles.

Los impulsos agresivos, cuando por alguna razón no están fundidos con los impulsos sexuales, se manifiestan como tendencias puramente destructivas, criminales y en esta forma, incontrolables e inmanejables. Esta “teoría de los instintos de la vida y de muerte”, proporciona una explicación del por qué las relaciones amorosas de los individuos humanos se ven con tanta frecuencia perturbadas e interferidas por emociones de naturaleza hostil y agresiva. Esta incapacidad para establecer relaciones puramente positivas en la vida real, origina la aspiración de los seres humanos por un “amor puro”, que ha encontrado expresión de innumerables fantasías, divagaciones, utopías y otras creaciones poéticas.


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