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lunes, 30 de enero de 2012

The Cure




Título Original: 
" La cura después del “Más allá del principio del placer….”
Colaborador invitado: Mtro. O.R. Moore.


"Yo lo vendo, Dios lo Cura..." S. Freud

"Yo lo escucho, me presto al juego de las fuerzas pulsionales, 
el psicoanálisis lo cura..." J.D. Nassio

"Yo lo escucho y el psicoanálisis lo cura… además...." J. Lacan


“Vengo porque no sé por qué soy tan agresivo”, es la primera sentencia de Carlos al iniciar las entrevistas preliminares a su tratamiento. Esta es su demanda de cura y el síntoma así mostrado revela la falta de un saber, y no así la agresividad misma; un impulso - al parecer incontrolable o al menos inexplicable - de destructividad. Llama la atención que el sufrimiento del analizante tiene que ver con una pregunta a la cual no ha sido capaz de responderse, y se presenta como el único, o el primer, objetivo de su análisis.

En su planteamiento hay algunos elementos que dejan ver las hipótesis iniciales a partir de las que el paciente ha construido su demanda de análisis:

¿La cura es lograble y un propósito del tratamiento?

conocida la causa: ¿se eliminará el síntoma?

¿la conducta agresiva (pulsión incontrolable) será atenuada, reenfocada o controlada mediante el análisis?

La respuesta es clara, pero indecible: así, no se va a curar; no habrá una causa única específica, y su conocimiento poco efecto tendrá en su sufrimiento; el conflicto pulsional agresivo perdurará por el resto de su existencia, y sólo hasta entonces. Sin embargo, el análisis sí ofrece un término, posibilidades de disminuir su sufrimiento y una o varias ligas de aquello que parece incontrolable. Esto será sólo desde la subjetividad.

La Cura
Para J.D. Nassio la curación es un valor imaginario, una opinión, un prejuicio, un preconcepto como también lo son la naturaleza, la felicidad, la justicia; una idea infecunda o, más exactamente, como un automatismo mental infecundo. Es innegable, dice, que el análisis produce efectos curativos, efectos de disminución o desaparición del sufrimiento del paciente. Pero este preconcepto, tiene, pese a todo, sus efectos positivos o negativos en el campo psicoanalítico. Efectos positivos que se revelan en el analizante (como factor indispensable para el compromiso del proceso analítico, la cura preñada de transferencia), y efectos negativos que se manifiestan en el analista (al intentar instituirle una meta curativa y lograr la suficiencia del orgullo terapéutico).

La situación analítica es dramática y no constituye, en principio, una opción para una concepción de cura, mucho menos si se agregan algunos elementos importantes al contrato analítico que enturbian aún más la realización de esta fantasía: que “la “elección” de la propia neurosis se constituye para cada uno en función de los amores edípicos y que la estructura psíquica presenta la particularidad esencial de estar determinada de una vez y para siempre; la ingobernabilidad del inconsciente; la pulsión de muerte como fuerza que tenderá siempre a la desintegración y la vuelta del sujeto a un estado inanimado.

Así, la cura como tal, no es siquiera un concepto psicoanalítico, y no parece tener mayor relevancia; es raro encontrarlo en algunos diccionarios de psicoanálisis (el de Laplanche, por ejemplo); y en otros como el de Pierre Fedida el concepto de cura analítica equivale nada más y nada menos que a psicoanálisis.

Pero la idea de cura existe es creada y recreada en sesión; es parte de las fantasías que se depositan en el analista como sujeto que supuestamente sabe cómo aliviar y alivianar el sufrimiento de cada paciente; es aquello a lo que el analista no responde, de lo que no habla en sesión; pero que representa un vehículo primario de la instalación de la transferencia.  
Entonces, ¿En qué consiste la labor del analista a este respecto? En la renovación de ese interés inicial. J. D. Nassio diría que se trata de “la creación de una nueva neurosis, la neurosis de transferencia destinada a retomar, en primera instancia, el deseo de enfermedad del analizante, a fin de llegar, en un segundo tiempo, a liberarlo de ese deseo. …No podemos hacer nuestra e integrar en nuestra teoría la idea de curación en tanto que eliminación de los síntomas. Pretender eliminar los síntomas sería como querer hacer desaparecer los sueños, hacer callar las voces del inconsciente”

Los síntomas son una tentativa de autocuración del Yo. O mejor, para ser más rigurosos, los síntomas son una expresión de la tentativa desdichada ciertamente ineficaz del Yo, pero por otra parte una tentativa en línea recta con una resolución del intolerable sufrimiento inconsciente (Nassio ). Es este sufrimiento el que se nos presenta en la práctica clínica y que sólo podrá ser elaborado tocando tangencialmente y en distintos momentos en torno a la idea de la muerte y la vida en el paciente.

A continuación una selección de referencias textuales a la obra “Vida y Muerte en Psicoanálisis” (Laplanche, 2001) que nos presentan una guía en la resignificación del concepto de cura en su encuentro con la pulsión de muerte, y por tanto en relación directa con la demanda de cura inicial:
  • “La cura, por último – y aunque no se la pueda definir sino como revelación de verdad – una referencia a la muerte como verdad de la vida o prueba de verdad solo podría ser considerada como un elemento¬-límite, ininterpretable, axiomático…. Y si acaso se encontrase en la cura otras modalidades a través de las cuales la muerte se hiciera representar, no debería ser necesariamente buscarlas del lado de la representación sino cierta inmanencia en el discurso mismo”.
  • “Refractadas o representadas de acuerdo con modalidades sin duda diferentes, ni la vida ni la muerte constituyen pues referencias directas para la práctica psicoanalítica. Esta comprobación implicará para nosotros un toque de alerta: interrogar sin precaución el acto psicoanalítico respecto de una concepción de la existencia que, pesimista u optimista refiere la vida humana a su finitud, equivaldría a negarse desde el comienzo a considerar el replanteo que exige el descubrimiento del inconsciente y de los impulsos que en él se despliegan.”
  • “Encontrar el objeto sexual es hablando con propiedad, reencontrarlo…el objeto a reencontrar no es el objeto perdido sino un sustituto por desplazamiento.”
  • “La sexualidad interviene íntegramente en el pequeño ser humano, en un movimiento que desvía el instinto , que metaforiza su fin, que desplaza e interioriza su objeto, que concentra en suma su fuente en una zona eventualmente mínima, la zona erógena."
  • “La sexualidad aparece claramente como el “punto débil” de la organización psíquica”.
  • “La enfermedad sólo puede producirse cuando los suceso se acumulan y cuando se agrega un factor que debilita la defensa”.
  • “¿Qué es lo que la sexualidad ataca, qué es lo que finalmente, se defiende contra ella? Primera tentativa de respuesta en Freud: Tenemos a nuestra disposición un dualismo de fuerzas vitales, por un lado el “amor” y por el otro “el hambre”, por un lado la sexualidad y por otro la autoconservación”.
  • “El conflicto entre el yo y la sexualidad fue planteado por el psiconanálisis desde el primer momento”.
  • “La memoria está representada por las diferencias de facilitaciones existentes entre neuronas…” Las neuronas tienden a liberarse de energía”, he aquí la fórmula primera de este principio. Esta tendencia a una descarga completa, tendencia a la inercia, tendencia al nivel cero, será afirmada sin cesar en la teoría freudiana; al comienzo, en este período inicial con el nombre de principio de inercia neurona; luego muy pronto, con el principio del placer; finalmente como principio de Nirvana o principio de la pulsión de muerte”.
  • “Son por lo menos dos las intenciones que confluyen en la afirmación de la pulsión de muerte tal como aparecen en Más allá del principio del placer: reafirmar el principio económico fundamental del psicoanálisis – la tendencia al cero -, y ello en su forma más absoluta, y conceder una posición metapsicológica en la teoría de las pulsiones, a los descubrimientos relativos al registro de la agresividad o de la destructividad”.
  • “La esencia está en la idea de que la agresividad se vuelve primeramente contra el sujeto y permanece por así decirlo estancada en él antes de ser reflexionada al exterior”.
  • “El pasaje central de todo este texto es aquél que nos muestra a la actividad destructiva transformándose en masoquismo y a este constituyéndose una vez más en el punto de partida de una actividad sádica”.
  • “Pero es preciso, sobre todo, recordar que la coexistencia, en un mismo individuo, de un placer y un displacer vinculados entre sí pero atribuibles a dos “lugares” diferentes, es uno de los descubrimientos más generales del psicoanálisis. En cualquier sujeto en análisis “psicosomático”, “neurótico”, “hombre sin calificación”, "encontramos evidentemente un sufrimiento, y el movimiento de la cura consiste en mostrar de qué modo ese sufrimiento es provocado por el propio individuo, en nombre de cierta búsqueda de placer que está en otro lugar”.
  • “Todo ser viviente aspira a la muerte en razón de su tendencia interna más fundamental…El organismo no sólo quiere morir, sino “morir a su manera”.
  • “Freud, desde sus primeros trabajos y a lo largo de toda su obra, utiliza como hito conceptual fundamental la oposición entre dos tipos de energía: la energía libre y la energía ligada”.
  • “El principio del orden vital refiere en Más allá del principio del placer, como tendencia a la muerte, una compulsión de repetición cuya prueba principal proviene, no obstante, del fenómeno psiconalítico por antonomasia: la transferencia”.
  • “Eros es la fuerza que procura mantener, preservar e incluso aumentar la cohesión y la tendencia sintética del ser vivo y de la vida psíquica”.
  • “La pulsión de muerte no tiene energía propia. Su energía es la libido. O mejor dicho, la pulsión de muerte es el alma misma, el principio constitutivo de la circulación libidinal”.
  • “Ausente de todo inconsciente, la muerte se reencuentra en él acaso como su lógica más radical aunque a su vez la más estéril. Pero es la vida la que cristaliza desde los primeros objetos a que se adhiere el deseo antes de que se engarce en ellos el pensamiento”.

La demanda de cura inicial que tiene por objetivo aliviar un síntoma corresponde con una idea previa a Más allá del principio del placer; una demanda de saber respecto a la propia agresividad y que supone la disminución del sufrimiento a partir de este conocimiento, lleva a pensar que en la demanda la cura se piensa como una disminución de la tensión.

La conceptualización metapsicológica de las pulsiones vida y muerte hacen así imposible la cura, entendida como un procedimiento para el logro de una estabilización del psiquismo del paciente. Pero hay una cura que es posible, y es la que tiene que ver con ligar, no con eliminar. La pulsión de muerte que está presente en la existencia y su insistencia es hacia el cero, hacia la nulidad, precisamente a la muerte del individuo.

El trabajo analítico está centrado precisamente en resignificar las pulsiones agresivas que parecen estar orientadas hacia otro y que en realidad están enfocadas hacia la persona propia. La cura consistirá en realizar este trabajo que haga este trabajo que proporcione al sujeto una oportunidad de ligar esta energía libre desde su propia historicidad y dar cuenta de las mociones autodestructivas que acompañarán al sujeto por el resto de su existencia.

El psicoanálisis así es esperanzador, remite al sujeto a recordar su síntoma olvidándose de él, dándole la posibilidad de hacer algo más con su sufrimiento. Como se menciona arriba, la pulsión de muerte no tiene energía propia, sino la de la libido. Es la vida la que cristaliza desde los primeros objetos a que se adhiere el deseo antes de que se engarce en ellos el pensamiento. Es decir, hay algo de la pulsión de vida a la que siempre puede remitirse el sujeto en análisis.  
Agradeceré los comentarios al presente texto.


NASSIO, J.D., “Cómo trabaja un psiconalalista”. Paidós Laplanche, Jean, “Vida y Muerte en psicoanálisis”. Amorrortu editores. Buenos Aires 2001. 


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