Compartir

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Emociones, Parte 1



CARTESIANISMO


Take it! Take another little piece of my heart now, baby!

Durante mi experiencia como psicoterapeuta, he observado que gran parte de las personas luchan en contra de viejos patrones de expresión emocional y se les dificulta identificar y diferenciar las emociones que surgen durante la interpretación de su mundo interno. Para despejar esta incógnita es necesario plantear como punto de partida una premisa de todos conocida - la taxonomía es necesaria para organizar cualquier ciencia particular – a este respecto los griegos y los filósofos medievales influyeron en de forma determinante en las teorías actuales sobre las emociones, sin embargo, los primeros interesados en “organizar la experiencia emocional” fueron los filósofos racionalistas. A este respecto la formulación cartesiana de las emociones influenció de manera determinante y sentó las bases de la psicología entendida como una ciencia experimental.

René Descartes aborda el tema de las emociones y las pasiones. Distingue cuidadosamente las funciones dependientes del cuerpo (movimiento y calor) y de la psique; (pensamiento). La función de la psique, es según indica, de dos tipos: por un lado, sus acciones o deseos y, por otro, sus pasiones. Los deseos son de dos clases: los que tienen por objetivo algo inmaterial, Dios por ejemplo, y aquellos cuya meta es
alguna suerte de movimiento corporal. Las pasiones, la otra función del alma, son toda aquella clase de percepción o formas de conocimiento que se hallan en nosotros. Descartes considera la percepción de estímulos como parte fundamental del mecanismo psicofisiológico. Postula que las pasiones deben su origen a la percepción de algún objeto. Tomemos como ejemplo, un extraño y espantoso animal que se aproxima constituye una percepción, la cual es trasmitida al alma vía glándula pineal. Una vez en el alma dicha percepción es comparada en la memoria con alguna previa y similar, y se toma conciencia de que el animal es susceptible de mostrarse tan dañino como lo fueron otros animales de los que se tiene experiencia. Descartes conjetura que este proceso de comparación y toma de conciencia articula un circuito de retroalimentación que involucra sistemas jeraquizados. Estos sistemas psicofísicos se encuentran en “estrecha relación con las cosas que han sido previamente perjudiciales para el cuerpo a través de la memoria, excitando la pasión del temor en el alma seguida de la del valor ó, en caso contrario, de la del miedo y terror de acuerdo con el particular temperamento del cuerpo o de la fuerza del alma… dispone de tal manera el cerebro a que los espíritus reflejos de la imagen así formada en la glándula procedan desde aquí, partan hacia los nervios para darse la vuelta y disponer las piernas para la huída, y parte hacia los que dilatan y contraen de tal modo los orificios del corazón … envían hacia el corazón los espíritus propios, para mantener y fortificar la pasión del miedo”. Más adelante Descartes explica que “todas las pasiones tienen como principal efecto en el hombre incitar y disponer el alma a desear aquellas cosas para las que prepara el cuerpo, de manera que el sentimiento de miedo le incitan a desear la huida; el valor; el deseo de luchar, y así con otros”. La pasión propiamente dicha es una percepción del alma y, como tal, forma parte del pensamiento. La pasión es la conciencia refleja de las conmociones que están produciéndose en el cuerpo, es decir, para Descartes las emociones son pasivas o pasiones. Cierto que tales movimientos y conmociones han sido producidos, por lo general aunque no siempre, por percepciones o presuntas percepciones del mundo externo y la comparación de estas con la experiencia previa.

Descartes establece que la emoción es una experiencia en el alma de cada individuo sobre lo que está ocurriendo en su cuerpo, es decir la vivencia de la conmoción. Plantea que las emociones son la conciencia subjetiva de las actividades de los espíritus animales en el cuerpo. De acuerdo con esto, el miedo será la conciencia subjetiva de nuestros miembros, que son activados en la huída, de nuestro corazón, que se contrae, de la aceleración de nuestro pulso, etc. En definitiva se tratará de una experiencia sui generis de esta actividad corporal en nuestra alma. Descartes distinguió seis emociones primitivas (animales) « el miedo, el amor, el odio, el deseo, la alegría y la tristeza » Al respecto Spinoza, heredero crítico del cartesianismo, partiendo de la innegable influencia de Descartes consideró que eran 15 las pasiones básicas « la codicia, la envidia, los celos, el orgullo, la humildad, la ambición, la venganza, la avaricia, el trabajo, la pereza, el deseo, el amor pasional, el paternal, el filial y finalmente el odio ».

Entre las formulaciones cartesianas de la emoción la de Hume ocupa un lugar privilegiado. En efecto, aunque ciertos elementos de su teoría de las actividades mentales se superpongan a la exposición de las emociones, su concepción es, a pesar de todo, cartesiana. Para Hume las emociones o pasiones son, según reza el texto, “impresiones secundarias o de reflexión; en otras palabras, marcas en el alma que proceden de alguna de estas originales [las impresiones originales de las sensaciones en el alma] ya sea inmediatamente o a través de la introspección de su idea” Esto es, las emociones o pasiones son impresiones secundarias o, en otras palabras, impresiones causadas por otras impresiones (o sus correspondientes ideas) cuando se hallan asociadas de un modo particular. Podemos distinguir dos clases: las serenas y las violentas. Las primeras son las estéticas, “el sentido de la belleza y la fealdad en la acción, la composición y los objetos externos”. Pero las pasiones propiamente dichas son las emociones violentas y comprenden “amor y odio, tristeza y alegría, orgullo y humildad”, si bien nos advierte que las así llamadas emociones violentas, pueden degradarse hasta constituir una emoción tan suave que se hagan en cierto modo imperceptibles. El modo concreto como estas emociones o pasiones paradigmáticas se originan depende de si la emoción en cuestión es directa o indirecta. Las pasiones directas tales como “el deseo, la aversión, la tristeza, la alegría, la esperanza, el miedo, la desesperación y la confianza” son el resultado de la asociación directa del placer y el dolor, el bien y el mal, con algún aspecto o cualidad de cierto objeto. La alegría por ejemplo, es la impresión inmediata o directa del placer asociado con alguna cosa. Mas complicado es el modo como se originan las pasiones indirectas, “el orgullo, la humildad, la ambición, la vanidad, el amor, el odio, la envidia, la piedad, la malicia, la generosidad” entre otras. Aquí cierto placer o dolor, producido por una determinada cualidad o aspecto de un objeto, se asocia de una manera determinada a una cualidad o aspecto de otro objeto. Por ejemplo, el orgullo resulta de asociar el placer producido, pongamos por caso, por la belleza de una casa, con uno mismo, en cuanto dueño de la casa. Es a propósito de estas pasiones indirectas que Hume aprovecha la ocasión para señalar que el objeto de las pasiones a menudo difieren de su causa. Es la belleza de la casa la que causa el placer (que es la parte sensitiva básica del orgullo) pues esta es la manera como naturalmente nos afecta la belleza, pero el objeto de orgullo es uno mismo o uno mismo en cuanto dueño de la casa.

El como tengan un lugar en el alma las asociaciones o relaciones entre ideas e impresiones puede que sea una cuestión crucial en una exégesis sobre Hume, pero en el presente contexto carece de excesiva importancia. Baste decir que “la naturaleza a proporcionado a ciertas impresiones e ideas una especie de atracción por la que, cuando una de ellas aparece, se presenta naturalmente su correlativa”. En pocas palabras, Hume parece decir que estamos programados por naturaleza para realizar tales combinaciones y asociaciones, y así producir las sensaciones que llamamos emociones. En esencia, la emoción es, de acuerdo con Hume, la peculiar sensación en el alma que deriva de una particular combinación o asociación de sensaciones o impresiones habituales, y sus correspondientes ideas. Según esto, “cualquier cosa que produzca una sensación placentera y esté vinculada a uno mismo, excita la pasión del orgullo”. Orgullo para Hume, es la peculiar sensación compleja y secundaria en el alma que resulta de un particular modo de asociar el placer derivado de algo como uno mismo. El placer mismo no es la emoción del orgullo, pero sí una parte esencial de la misma. La emoción es la sensación sui generis en el alma producto de ese placer que se experimenta y de cierta particular asociación.

Debemos añadir que Hume expone cómo las emociones dan lugar a la acción o conducta “del bien… surge el deseo, y del mal, la aversión. La voluntad se ejerce cuando el bien o la evitación del mal pueden ser alcanzados por alguna acción de la mente o del cuerpo”. Esto es, la voluntad nos incita a buscar el bien y evitar el mal; se trata de un instinto original o tendencia natural. Ahora bien, si tenemos en cuenta que bien y mal son, en otras palabras dolor y placer y, por otra parte recordamos que las pasiones, tanto las directas como las indirectas, están basadas en el dolor y el placer, concluiremos sin mucha dificultad que las pasiones dado que son sensaciones resultado de asociar dolor o placer a personas, cosas o hechos, nos incitaran naturalmente a buscar la fuente del placer y a eludir las fuentes del mal. Hume completa su descripción general acerca de la relación entre emoción y acción llamando la atención sobre el hecho de que la costumbre o hábito y la imaginación o similares pueden facilitar el vínculo entre emoción y acción.

Los racionalistas no pudieron explicar la conexión entre emociones y conducta. La dificultad teórica da cuenta que los sentimientos no nos incitan a hacer cosa alguna, y referirse a ellos como si fueran capaces de movernos es poner un parche a la teoría. Como dice Reyle los impulsos descritos como sentimientos que nos impelen a actuar, son mitos paramecánicos.

¿Qué emoción te domina?

Agradeceré cualquier duda o comentario al respecto de este texto.




No hay comentarios :